La acción vocacional en una persona sólo puede darse en un dinamismo de alianza y de comunión con Dios en el amor. Consciente de que fue escogido por Dios desde siempre, el individuo que es llamado se deja envolver en la aventura de la relación y del amor. El llamado descubre los proyectos de Dios, se identifica con ellos y acepta dar testimonio en el mundo de dichos proyectos de Dios. El amor de Dios que le llena el corazón le compromete en el amor a los hermanos.
Hablar de la vocación y de las vocaciones significa hablar de la realidad más profunda de la persona. No se trata apenas de buscar la satisfacción de un mero deseo personal o de sentirse realizado en determinadas tareas gratificantes. Es un proceso que se pasa a un nivel más profundo de la persona. Lo más importante y decisivo es la respuesta al llamamiento a seguir a Jesús en la Iglesia y a continuar su misión en el mundo, que puede llevar a la consagración total de la persona. Cualquier tipo de vocación asumida en esta perspectiva, abre a un proyecto bello y noble de realización de la persona humana en sus más profundas aspiraciones: en el don de si, en la relación con los otros, en la transformación de la sociedad y del mundo, según el proyecto salvífico de Dios.
Por tanto nuestra labor es fundamental en esta pastoral y podemos seguir las siguientes líneas:
1. Orar convencidos de la necesidad y del gran don que supone para la Iglesia el contar con muchas y selectas vocaciones. Para ello hay que saber orar y enseñar a hacerlo.
2. Vivir conscientemente y con alegría la vocación propia, siendo cada día más fiel a la llamada de Dios, y con conciencia de ser testimonio para los demás. 3. Ayudará mucho plantear los interrogantes vitales ¿quién soy? ¿qué sentido tiene mi vida? ¿cuál es mi misión? Conscientes de que cada uno tiene una vocación en la Iglesia y contribuye positivamente a que cada joven se plantee cuál es su misión y su vocación. Cuando no domina el tema se ha de poner en contacto al joven con alguien con más experiencia (sacerdote, religioso/a). 4. Trabajar apostólicamente para ir creando en nuestras comunidades un ambiente propicio y una cultura vocacional.
5. Formar grupos de catequesis de adolescentes y jóvenes con una marcada orientación vocacional.
6. Invitar a niñas y adolescentes a participar en las actividades que se organizan con ese fin vocacional. Fomentar las experiencias de voluntariado como “pastoral de servicio” gratuito, especialmente a los más pobres y necesitados, educando para el valor del sacrificio, de la donación incondicional y gratuita, para el empeño desinteresado y para aceptar la invitación a “perder la vida”. De este modo el voluntariado se convertirá en camino de compromisos progresivos que pueden llevar a decisiones definitivas, incluso a una vocación de especial consagración.
7. Hacerse miembro de la Red de intercesores y comprometerte a rezar un día a la semana un rato por las vocaciones.
8. Colaborar económicamente con el Seminario y con las casas de formación de religiosas, en la medida de las posibilidades, para que no se pierdan las vocaciones por falta de dinero.
LEO LA PALABRA (Juan 1, 35-42)
Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores. Cuando vio pasar aJesús dijo: –¡Mirad, ese es el Cordero de Dios! Los dos seguidores de Juan le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les preguntó:–¿Qué estáis buscando? Ellos dijeron: –Maestro, ¿dónde vives? Jesús les contestó:
Venid a verlo. Fueron, pues, y vieron dónde vivía; y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Le dijo:Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo).Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús, y cuando Jesús le vio, dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan, pero serás llamado Cefas (que significa: Pedro).
MEDITO LA PALABRA
Venir y ver, dos verbos que marcan el sentido de esta lectura. Venir, ver, quedarse, estar con Jesús. Jesús sale al encuentro de los que serán sus discípulos y los llama, los interroga y les pregunta: ¿Qué buscáis? Alguna vez cuando nos hacen esta pregunta sabemos rápidamente la respuesta, otras dudamos. Porque, ¿realmente sabemos lo que buscamos? Ellos le dicen que le buscan a él, a Jesús: ¿Dónde vives? Que es como decir: ¿qué haces? ¿tienes familia? ¿qué te preocupa de la sociedad? Seguramente que Juan y Andrés tienen más curiosidad que ganas de “dejarse liar”. Jesús es un tipo que llama la atención, así que le preguntan a ver de qué va. La respuesta de Jesús es: “Venid y ver”.
Venid y ver significa que en la vida solo hay una forma de estar y es “viendo y estando”. Lo demás son teorías. A Jesús se le conoce no en los libros, sino estando con él. Hay muchos personas entusiastas con cambiar las cosas: la sociedad, tantas cosas injustas. Pero no se atreven a moverse. Esta es precisamente la propuesta de Jesús: moverse, salir del impasse. Seguro que da miedo salir de lo conocido, hacer opciones, pero la confianza en Jesús nos debe ayudar a superarlo. ¡Es nuestro amigo! ¿no?
Jesús sigue llamando hoy a personas que quieran seguirle. Lo importante es seguir a Jesús, estar con él. Esto basta, para que comience una aventura difícil de explicar. Con Jesús, la vida cambia; y de paso la sociedad, el barrio, la familia. Esto fue lo que les sucedió a los dos discípulos: “Rabí, ¿Dónde estás? Jesús los invita a experimentar su estilo de vida. Ellos fueron, vieron y el resultado fue que se quedaron con él.
¿En qué puede consistir para ti este “Ven y verás” que te propone Jesús?
REZO CON LA PALABRA
Jesús no tiene manos. Tiene sólo nuestras manos para construir un mundo donde habita la justicia. Jesús no tiene pies. Tiene sólo nuestros pies para poner en marcha la libertad y el amor.Jesús no tiene labios. Tiene sólo nuestros labios para poder hacer llegar a todo el mundo palabras de esperanza y de futuro. Jesús no tiene medios. Tiene sólo nuestra acción para conseguir que todos los hombres sean hermanos. Jesús nosotros somos tu evangelio, el único evangelio que la gente puede leer, si nuestras vidas son obras y palabras eficaces. Jesús danos tu fuerza moral para desarrollar nuestros talentos i hacer bien todas las cosas.
EN TUS MANOS
Señor, me pongo en tus manos enteramente. Tú me has creado para Ti. Me has elegido.No quiero pensar más en mí, sino sólo seguirte.
Señor un día me llamaste y continúas
Llamándome en cada momento,
quiero ir, ver y quedarme siempre contigo.
¿Qué quieres que haga en cada momento,
en cada situación? Permíteme hacer el camino contigo, acompañarte siempre, en la alegría y en el dolor.
Te entrego deseos, placeres, debilidades, proyectos, pensamientos que me entretienen lejos de Ti y me repliegan continuamente sobre mí.
¡Haz de mí lo que quieras! No discuto sobre el precio. No trato de saber con anticipación tus designios diarios sobre mí. Quiero lo que Tú quieras para mí.
No digo: “Te seguiré donde vayas”, porque soy débil. Pero me entrego a Ti para que seas Tú quien me conduzca. Quiero seguirte en la oscuridad, sólo Te pido la fuerza necesaria.
Oh, Señor, haz que yo lleve todo ante Ti, y que busque lo que Te agrada en cualquier decisión mía y tu bendición sobre todas mis acciones.
Como un reloj de sol no indica la hora si no es con el sol, así quiero yo ser orientado por Ti: Tú quieres guiarme y servirte de mí. Así sea, Señor Jesús. (Cardenal J.H. Newman
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