Creo en Dios, Padre todopoderoso, Madre todo bondadosa.
Creo en el Dios que es creador, que es padre
que exige, que es amistad íntima, que es madre entrañable, que es interioridad
habitada.
Creo en el Dios para el que el lenguaje se
queda corto y la metáfora difusa y creo que ese Dios me ha pedido que hable de
él a los jóvenes de hoy.
Creo en Jesucristo, nuestro Dios, nuestro
hermano, aquel que es el único capaz de ofrecer esperanza a nuestros jóvenes,
de señalarles un camino de vida en abundancia.
Creo en que su dolor y muerte fueron por
llevar hasta el final su proyecto del Reino de los Cielos.
Y creo, sobre todo, en su Resurrección, la
victoria de la vida, la que me hace comunicar a los jóvenes mi pasión por el
Evangelio.
Creo en el Espíritu Santo, presencia discreta
y fecundante que nos asiste en todo nuestro trabajo pastoral.
Creo que nuestro Equipo de Pastoral es una
barca cuyo timón está en las manos de tu Espíritu.
Creo en la santa Iglesia católica, profetisa,
dialogante, acogedora, en la que todos encontremos la presencia viva de Cristo
en nuestro mundo, en la que los jóvenes hallen un lugar en el que vivir y
compartir la fe.
Creo en una Iglesia Universal, comunidad de
todos a los que el Evangelio nos hace vibrar, y desde la que hemos sido
enviados a comunicarlo a los jóvenes.
Creo en la comunión de los santos, cuyo
ejemplo de fidelidad absoluta a ti nos ayuda en nuestra entrega a la misión de
predicar el Evangelio entre los jóvenes que nos has confiado.
Creo en la resurrección y la vida
eterna, porque la vida vivida sin ti no es vida.
Porque un día me llamaste a dar razón de mi
esperanza entre los jóvenes y sigo viviendo hoy esta vocación con la misma
intensidad.
(Fuente: Javier de
la Morena Martínez, Misión Joven, 400)
(Fuente: Alandar, n. 281)
Creo en el Dios que es creador, que es padre
que exige, que es amistad íntima, que es madre entrañable, que es interioridad
habitada.
Creo en el Dios para el que el lenguaje se
queda corto y la metáfora difusa y creo que ese Dios me ha pedido que hable de
él a los jóvenes de hoy.
Creo en Jesucristo, nuestro Dios, nuestro
hermano, aquel que es el único capaz de ofrecer esperanza a nuestros jóvenes,
de señalarles un camino de vida en abundancia.
Creo en que su dolor y muerte fueron por
llevar hasta el final su proyecto del Reino de los Cielos.
Y creo, sobre todo, en su Resurrección, la
victoria de la vida, la que me hace comunicar a los jóvenes mi pasión por el
Evangelio.
Creo en el Espíritu Santo, presencia discreta
y fecundante que nos asiste en todo nuestro trabajo pastoral.
Creo que nuestro Equipo de Pastoral es una
barca cuyo timón está en las manos de tu Espíritu.
Creo en la santa Iglesia católica, profetisa,
dialogante, acogedora, en la que todos encontremos la presencia viva de Cristo
en nuestro mundo, en la que los jóvenes hallen un lugar en el que vivir y
compartir la fe.
Creo en una Iglesia Universal, comunidad de
todos a los que el Evangelio nos hace vibrar, y desde la que hemos sido
enviados a comunicarlo a los jóvenes.
Creo en la comunión de los santos, cuyo
ejemplo de fidelidad absoluta a ti nos ayuda en nuestra entrega a la misión de
predicar el Evangelio entre los jóvenes que nos has confiado.
Creo en la resurrección y la vida
eterna, porque la vida vivida sin ti no es vida.
Porque un día me llamaste a dar razón de mi
esperanza entre los jóvenes y sigo viviendo hoy esta vocación con la misma
intensidad.
(Fuente: Javier de
la Morena Martínez, Misión Joven, 400)
(Fuente: Alandar, n. 281)
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