lunes, 11 de febrero de 2013

Señor, haz de mí...


Sal del mundo: que me convierta en gourmet del reino,
añadiendo a la vida de cada día el único ingrediente
que conserva en su totalidad
todas sus propiedades: Dios. (Mt 5, 13)

Luz de las gentes: que nadie pase por mi vida
sin contemplar el enorme voltaje de paz,
amistad y amor que Tú has encendido en mí. (Mt 5, 14-16)

Cimiento sólido: que las inclemencias y las adversidades de cada día
no permitan echar abajo la gran obra
que Tú estás construyendo en mi vida. (Mt 7, 24-27)

Semilla que cae en tierra buena: que tu palabra cale profundamente en mi corazón y pueda dar fruto y fruto abundante. (Mt 13, 3-8. 18-23)

Trigo en medio de la cizaña: que combata el mal a base de bien,
sin violencia, sin críticas destructivas,
sin puñetazos encima de la mesa…,
dejando que el Sembrador
se encargue de la cosecha. (Mt 13, 24-30. 36-43)

Grano de mostaza: que, desde el anonimato y los últimos puestos,
pueda contribuir a acercar tu reino entre mi gente
creciendo en sabiduría, prudencia y amor de Dios. (Mt 13, 31-32)

Levadura en medio de la masa: que mi vida sea un fermento de buenas obras en medio de mis hermanos. (Mt 13, 33)

Tesoro a la vista de todos: que sean muchos los que me encuentren y puedan adquirir, a precio de hermano agradecido,
las maravillas que Tú depositas en mí. (Mt 13, 44)

Talento productivo: que jamás entierre los dones
que Tú me entregas cada día,
y tenga la valentía y la generosidad suficientes
para compartirlos con mis hermanos (Mt 25, 14-30)

Señor, Maestro bueno y generoso,
haz de mi vida una parábola de carne y hueso,
capaz de transmitir, a través de las acciones y de los acontecimientos de cada día, tus enseñanzas a mis hermanos, haciendo de mi corazón, escuela del Reino, abierto las 24 horas del día, los 365 días del año.

VEN+ID… es decir… VENID

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