El Santo Padre Francisco recibió, antes de su audiencia
general de este miércoles, a unas novecientas religiosas de la Unión
Internacional de Superioras Generales, en representación de mil novecientas
ordenes y congregaciones difundidas en todo el mundo y de cerca de setecientas
mil religiosas en los cinco continentes, reunidas en Roma para participar en un
encuentro con el lema: «El servicio de la autoridad según el Evangelio>>.
En su discurso, el Papa alentó a las religiosas para que «la
vida consagrada sea siempre un luz en el camino de la Iglesia», con la
«centralidad de Cristo», en la «obediencia a la voluntad de Dios, en la pobreza
evangélica, tocando la carne de Cristo pobre en los humildes, en los
necesitados, en los enfermos en los niños».
Obediencia, pobreza y castidad, reiteró el Obispo de Roma,
haciendo hincapié en la castidad fecunda, que genera hijos espirituales en la
Iglesia. «La consagrada es una madre y no una solterona», añadió sonriendo
entre los aplausos de las religiosas presentes. Y una vez más recordó que «el
verdadero poder es el servicio, que tiene su culmen luminoso en la Cruz»,
lamentando «el gran daño que causan algunos hombres y mujeres de Iglesia que
son carreristas al Pueblo de Dios y a la misma Iglesia».
El Santo Padre Francisco concluyó su discurso renovando su
agradecimiento y aliento a las religiosas por el importante apostolado que
realizan al servicio de Cristo y del Evangelio:
«Centralidad de Cristo y de su Evangelio, autoridad como
servicio de amor, ‘sentir’ en y con la Madre Iglesia: tres indicaciones que
deseo dejarles, a las que uno, nuevamente mi gratitud por la obra no siempre
fácil que ustedes realizan ¿Qué sería la Iglesia sin ustedes? ¡Le faltaría
maternidad, afecto y ternura e intuición de madre! ¡Gracias! Queridas hermanas,
estén seguras que las sigo con afecto. Yo rezo por ustedes y también ustedes
recen por mí. Saluden a sus comunidades de mi parte, sobre todo a las hermanas
enfermas y a las jóvenes. A todas va mi aliento a seguir con entusiasmo y con
alegría el Evangelio de Cristo. Sean alegres porque es bello seguir a Jesús, es
bello llegar a ser icono viviente de la Virgen y de nuestra Santa Madre Iglesia
jerárquica»
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