Sin embargo, dejó escrito que «La vida no debería contarse
exclusivamente en dólares y centavos. No estoy dispuesto a quejarme de que yo
he plantado y otros han recogido los frutos. Un hombre tiene motivos para
lamentarse sólo cuando siembra y nadie recoge.»
Sembrar. Aunque no sea yo quien recoja. Dar. Darse. Para
hacer el mundo más amable, aunque no sea yo quien lo disfrute. Si mi corazón se
compadece por el que pasa algún tipo de necesidad no podré evitar pasar a la
acción. Sin esperar recompensa. Un corazón compasivo es un tesoro en sí mismo. Lo
demás… lo dará por añadidura.
No temas, pequeño rebaño, que vuestro Padre ha decidido
daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna. Procuraos bolsas que no
envejezcan, un tesoro inagotable en el cielo, donde los ladrones no llegan ni
los roe la polilla. Pues donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro
corazón. (Lc 12, 32-34)
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